lunes, 14 de mayo de 2012

Juguete



Esos objetos que llevan la palabra "evasión" tatuados con tintes de felicidad...
Pequeños sueños tangibles que te ayudan a crecer disfrutando y sonriendo. Siendo venturosos.
Un día cualquiera, te despiertas y tu juguete favorito, el que con más lazos de complicidad te movía a saltar y reír, ya no está.
Se rompió, se perdió, se lo llevaron... qué importa ya. No vuelves a sentir la felicidad de igual manera. Lo echas de menos; era parte de ti, de tu vida. Sonreír... nunca será lo mismo. Era tu juguete.

Ese pequeño sueño que bañaba de ilusión tu efímera infancia. La evasión que tanto amaba tu racionalidad; ahora materia ausente que guarda tu recuerdo. Recuerdos...

Quién no querría ser juguete. Yo quiero ser juguete. Hacer feliz a quien te rodee tan sólo con el mero acto de tu simple presencia y aliviar las penas de su lado oscuro, que todo lo quiere teñir. Si mi falta, mi ausencia, fuese génesis de una sola tristeza, nunca podría desaparecer mi "alma" realmente. No podría sencillamente... morir. No; no si esto le hiciese a alguien sufrir... Velaría por mi vida si te hiciese a ti, a él o a quien sea, sonreír por verme junto a ti.
A mi cuerpo, pobre esclavo explotado de la biología mental, no le puedo pedir la eternidad que ni una flor, siendo tan dulcemente hermosa, posee. Cuando el alma llora, quema uniones con su contenedor estético. Un día vuela, y... tu materia en no materia se convierte quizás con la única pretensión de encontrar a quien tantos años ocupó su interior; encontrarte a ti, a tu energía.
Desaparecerá el cuerpo cuando la sustancia escape, antes de lo que tarda en desarrollarse y crecer un niño. Muerte por vida. Vida por muerte.

Si alguien llorase por mí...
El juguete se pierde, se va. Cambiará, se irá de tu lado, pero seguirá vivo... Moriré, cual juguete y me cortarán los lazos que me unen a quienes disfrutan con mi presencia, pero seguiré... viva. Viva en los recuerdos. Dos veces ha de morir una persona, siendo la primera el descanso bañado en tierra, y la posterior, tu ausencia en el recuerdo de nadie. Cuando muere el recuerdo, morimos todos.
Porque nadie te echa de menos, nadie piensa en ti, nadie mira una foto con lágrimas luchando por no caer, nadie... nadie siente nada por ti. Eso es el olvido. Esa es la muerte.

Aquel juguete que perdiste te sigue permitiendo jugar en tu imaginación. Qué es la fantasía sino el comodín de la mente para no caer en los continuos dolores del cuerpo...
Quizás ya no lo puedas tocar o mirar, pero sí sentir en tus sueños; en la tregua del alma, bandera blanca al éxtasis suprasensible...
En tus sueños vivirá, hasta que dejes de soñar.
Y yo quiero ser un juguete, para que tu risa provoque mi alegría y mi felicidad sea el color del que te enamores.
Usadme, soy toda vuestra. Soy del mundo, de la tierra que piso y el aire que respiro. Estoy por ti, por él, por ella, por vosotros... Jugad conmigo y sacad de mí hasta la última de mis esencias. Tiradme, rompedme, cambiadme de sitio, de forma, de apariencia, de dueño... Pero dejadme seguir viviendo en sueños cuando no me encontréis cierto día cualquiera, y una sola lágrima refleje la luz de unos ojos que no me dejen partir... NUNCA.



Natalia G. Raimbault ©

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