Cuando
no sepas qué camino elegir, cuál será el verdadero que te conducirá a tu
deseado destino, escoge el más duro, pedregoso y angosto; por el camino fácil,
sólo lograrás dar vueltas en círculo sin sentido ni final. Opta por el mérito y
despójate de aquellas medallas inmerecederas que lo único que te aportan es la
carga de su peso en... tu conciencia.
Lo que fácil llega, fácil parte. Es su naturaleza, su destino. Vivir tiene que ser más que un sendero con luces, peajes, señales y puestos de control. No, no es tan fácil.
Es una senda mucho más dura.
Vas solo en todo momento sorteando los peligros a los cuales no sabemos adaptarnos; la seña de nuestra inteligencia se queda en esas 12 letras...
Pensándolo bien, vivir es más difícil que morir. Es un proceso largo y continuado cuya contingencia es la ruleta que mueve y moverá tu existencia perecedera.
Te meten en un laberinto con el plano hacia la meta (juego fácil). Todos llegaremos tarde o temprano, y es cuestión de inteligencia o quizás de perspicacia, el que llegues prematuro a tu destino.
Lee el mapa. Cógelo e interprétalo. Suele pasar que quienes no entienden el sentido de sus trazos (las vías de su existencia vital), viven más tiempo por la inercia de la búsqueda laberíntica. Pasos sin prisa pero agitados, que buscan el camino donde sólo hay hierbas muertas con aire de superioridad fingida.
Su inocencia les hace casi invencibles por un período de tiempo que, al fin y al cabo, es toda su vida. El reloj del que disponen sin saberlo pero sin ignorarlo del todo.
Aquellos "listos" que pronto creen saber cual es el fin, que han creído saber interpretar ese plano imaginario, lejos de usar su hallazgo para alejarse de esa meta necrótica (al fin y al cabo, la muerte no es más que el culmen de toda vida), se acercan inexorablemente sin darse cuenta de su letal error. ¿Error?
Es bonito pasear, columpiarse en los brazos de las sensaciones, experimentar, sentir... Es precioso. Abres los ojos tempranamente y la claridad parece invitarte a su descubrimiento. Andar es subsistir; sobrevivir es lo correcto, la vida es sólo un pseudónimo feliz.
La muerte, oscura percepción del dolor, queda delegada en el último rincón de nuestras mentes asustadizas e inmaduras. Temes la muerte porque crees en tu cuerpo más que en ti. Y tú qué eres... alma andante que sin poder tocarte haces sentir el más profundo estremecimiento en la sensibilidad del roce...
¿Por qué es un error conducir tus pasos al final una vez has interpretado la verdad del... "mapa"? Por qué jugar a un juego que... no te entretiene. Por qué.
Juzgamos como atroz la fuerza mental sobre la humana como juzgamos al que vive feliz en la ignorancia de su pena.
Es un error esperar. Quedarse quieto y mirar asustado a los lados, temiendo lo que en realidad, deseas. Lucha por lo que crees; si crees en la vida, en los pasos sin rumbo y crees poder sacar esencia de tu visita terrenal, hazlo. Si deseas no temer, no creer en el miedo, y simplemente dejarte caer en el regazo dela Naturaleza , hazlo
también.
Pero no te quedes parado mirando tus brazos y pensando que estos son extensiones de tu vitalidad, porque no lo son. ¿Se acaba el olor cuando termina el perfume?
Así somos los humanos; creyentes de nuestra vista más que de nuestra mente. Un día la luz se apagará, y nos sentiremos tan perdidos, que creeremos haber muerto cuando ni aún... habremos nacido.
Natalia G. Raimbault ©
Lo que fácil llega, fácil parte. Es su naturaleza, su destino. Vivir tiene que ser más que un sendero con luces, peajes, señales y puestos de control. No, no es tan fácil.
Es una senda mucho más dura.
Vas solo en todo momento sorteando los peligros a los cuales no sabemos adaptarnos; la seña de nuestra inteligencia se queda en esas 12 letras...
Pensándolo bien, vivir es más difícil que morir. Es un proceso largo y continuado cuya contingencia es la ruleta que mueve y moverá tu existencia perecedera.
Te meten en un laberinto con el plano hacia la meta (juego fácil). Todos llegaremos tarde o temprano, y es cuestión de inteligencia o quizás de perspicacia, el que llegues prematuro a tu destino.
Lee el mapa. Cógelo e interprétalo. Suele pasar que quienes no entienden el sentido de sus trazos (las vías de su existencia vital), viven más tiempo por la inercia de la búsqueda laberíntica. Pasos sin prisa pero agitados, que buscan el camino donde sólo hay hierbas muertas con aire de superioridad fingida.
Su inocencia les hace casi invencibles por un período de tiempo que, al fin y al cabo, es toda su vida. El reloj del que disponen sin saberlo pero sin ignorarlo del todo.
Aquellos "listos" que pronto creen saber cual es el fin, que han creído saber interpretar ese plano imaginario, lejos de usar su hallazgo para alejarse de esa meta necrótica (al fin y al cabo, la muerte no es más que el culmen de toda vida), se acercan inexorablemente sin darse cuenta de su letal error. ¿Error?
Es bonito pasear, columpiarse en los brazos de las sensaciones, experimentar, sentir... Es precioso. Abres los ojos tempranamente y la claridad parece invitarte a su descubrimiento. Andar es subsistir; sobrevivir es lo correcto, la vida es sólo un pseudónimo feliz.
La muerte, oscura percepción del dolor, queda delegada en el último rincón de nuestras mentes asustadizas e inmaduras. Temes la muerte porque crees en tu cuerpo más que en ti. Y tú qué eres... alma andante que sin poder tocarte haces sentir el más profundo estremecimiento en la sensibilidad del roce...
¿Por qué es un error conducir tus pasos al final una vez has interpretado la verdad del... "mapa"? Por qué jugar a un juego que... no te entretiene. Por qué.
Juzgamos como atroz la fuerza mental sobre la humana como juzgamos al que vive feliz en la ignorancia de su pena.
Es un error esperar. Quedarse quieto y mirar asustado a los lados, temiendo lo que en realidad, deseas. Lucha por lo que crees; si crees en la vida, en los pasos sin rumbo y crees poder sacar esencia de tu visita terrenal, hazlo. Si deseas no temer, no creer en el miedo, y simplemente dejarte caer en el regazo de
Pero no te quedes parado mirando tus brazos y pensando que estos son extensiones de tu vitalidad, porque no lo son. ¿Se acaba el olor cuando termina el perfume?
Así somos los humanos; creyentes de nuestra vista más que de nuestra mente. Un día la luz se apagará, y nos sentiremos tan perdidos, que creeremos haber muerto cuando ni aún... habremos nacido.
Natalia G. Raimbault ©
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